Buscando al Sudeste

Buscando al Sudeste
En el Delta del Parana, Rio Uruguay y Rio de la Plarta

El camino del Boga

SUDESTE

SIGUIENDO LA HUELLA DEL SUDESTE
basado en la novela de HAROLDO CONTI

Rios, arroyos y lugares mencionados

SALIDA DE LA CASA DEL VIEJO

ARROYO ANGUILAS
PUNTA TEMOR-FELICARIA-FELICARIA
EL SUECO
PUNTA MORAN
BAJOS DEL TEMOR-PUNTA MORAN-ISLA ZARATE
ISLA NUTRIA-ISLA LUCHA
CHANA-CHANACITO
BALDOZAS-CANAL PICARDO-CHANA
CHANACITO-IGNACIO-CAGUANE
ACAMPA A ENTRADA CHANACITO
VIAJE DEL VERANO

PUNTA MORAN-DIABLO-PARANA MINI-POZOS DEL BARCA GRANDE-LA BARQUITA-BARCA GRANDE- PANTANOSO-BORCHES-CAMACHO-PARANA GUAZU

CEIBITO-CEIBO-PARANA BRAVO-GUTIERREZ CHICO-BRAZO CHICO-BRAZO LARGO-BRAZO DE LA TINTA- ÑANCAY

CAZA DEL PATO

PACIENCIA CHICO Y PACIENCIA GRANDE

VIVE EN UNA TAPERA

ARROYO RIESTRA
PESCA EN BAJOS DEL TEMOR

RIESTRA-MEDIO-INCA-GUTIERREZ CHICO
ENCUENTRO BARCO ALELUYA

BOCA DEL CHANA ORILLA OESTE
VIVE EN EL ALELUYA Y LO ARREGLA

JULIO EN EL RIO

BAJOS DEL TEMOR-CHANA
EL EXTRAÑO

SALE DEL RIO

SAN FERNANDO-SAN ISIDRO

EMBOSCADA FINAL

A BARCO EL CAPORALE EN ARROYON luego curva de entrada
VIAJE FINAL

ARROYON-CANAL HONDA-PARANA DE LAS PALMAS- EL SUECO-BAJOS DEL TEMOR-
FINAL EN BOCA DEL CHANA en Barco Aleluya

El Rio

No se puede decir que el río cambie de una manera en invierno y de otra manera en verano. Cambia. Eso es todo. Las islas, por el contrario, parecen distintas con cada estación que llega. No sólo por la intensidad del verde en el verano, sino por algo mucho más sutil. En el invierno, desde el río abierto, se pierden en una lejanía brumosa. De pronto están, de pronto no están.


Uno duda del río y piensa que es imposible llegar alguna vez, a pesar de toda esa tenue ansiedad que lo aisla y lo mece y lo acongoja en parte. Más bien son un borde ilusorio, una sombra que oscila con el horizonte, hacia el oeste. Si por fin logra acercarse, entonces parecen todavía más remotas, habitadas por el silencio y la soledad y por una tristeza irreparable.

En el invierno la luz se refugia en lo alto. Amanece y oscurece en lo más encumbrado del cielo, muy lejos de la superficie.

En verano sucede lo contrario. La luz comienza a brotar de las mismas islas y, empujando por allí, desborda hacia el resto del día.

Los hombres del rio

Sus hombres, los hombres de este río, este hombre que ahora observa las aguas con sus ojos de pez moribundo suspendidos sobre ellas como dos espejuelos suspendidos del aire, son en todo semejantes a él. Por eso todavía sobreviven. Por eso parecen tan viejos y lejanos y solitarios. No aman el río exactamente, sino que no pueden vivir sin el. Son tan lentos y constantes domo el río. Y, sobre todo, son tan indiferentes como el río. Parecen entender que ellos forman parte de un todo inexorable que marcha animado por cierta fatalidad.

El Bajo del Temor

El Bajo del Temor es muy ancho, de manera que con estos botes menguados y pesados parece que la popa nunca se despega de la costa. Uno sale de los juncos y la costa se transforma rápidamente en una extensa línea gris que se esfuma hacia el noreste pero a partir de ahí es siempre la misma línea, como si la trajera a remolque.

El final

El viento sopló desde el río. Aquella brisa húmeda y furtiva, semejante al roce de una sombra.


El barco se quejo débilmente.

Estaba entrando la noche.

Ahora no sentía el cuerpo para nada, ni siquiera como un peso, sino más bien al barco. El y el barco, este triste Aleluya, eran ahora una misma cosa que muere con el día. Las viejas maderas y las viejas historias se quejaron a través e el.

Miro al río anochecido con sus grandes ojos de pez moribundo.

Quedaba algo de luz sobre el río abierto, pero en torno del banco era ya de noche.

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Volvió a soplar el viento.

Ya no pida ver el poco de luz que había observado a lo lejos, un rato antes, pero seguía frente a la noche con sus grandes ojos de pez moribundo desmesuradamente abiertos.